Museo La Tertulia en OBREGÓN
Obregón en La Tertulia
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Lola
llama a Max y lo invita al garaje para que viera algo que tenia guardado desde
hace tiempo, del que no sabía qué hacer con ello. Bajaron por unas escaleras
angostas estilo mediterráneo de forma circular, el aire estaba fresco, a veces
frío, una vez allí, Max giro rápidamente la cabeza como escaneando que tenia
Lola guardado que fuera interesante; habían varios como carros con sobre todo,
cajas y cajas, un closet gigantesco cerrado con candado... y nada más. Caminaron
entre los dos carros cubiertos, y detrás del ultimo, algo cubierto con una lona
azul turquesa, Lola le dice que era la consentida de su ex, y se inclina grácilmente
a descubrirla, al tiempo que Max observaba como armonizaba su figura de
bellamente con su cabellera y sus pies descalzos, pensó en algo rápido que le
produjo electricidad por dentro. Antes de que los pensamientos de amor se le
alborotaran en la mente o en el corazón, abre Lola lo encubierto y salta a la
vista una esquiva Harley, con dos cabezas de 1000cc cada una, toda en negro
mate, con incrustaciones de metales brillantes, en el tanque han dibujado un
esqueleto en rojo que manejaba otra Harley, mira bien a la marca y ve Max que
no es una Harley, es un prototipo hechizo en Cali, de nombre “Liber-Tod” y
dentro de la “O” de tod, escrita en blanco una “A” como de Anarquía. Rines cromados,
llanta trasera más ancha que la de un carro, no sobrelleva polvo por desuso,
parece nueva y el cojín de puro cuero, mira a Lola, y ella que había estado
todo el tiempo sonriéndole a la intimidad que sentía Max mientras observaba y
tanteaba la motocicleta, suelta una expresión de... ¡vamos!, Max se sienta
sobre la moto rápidamente, extiende sus brazos hacia el timón, y le dice: perfecta!,
voltea a mirar a Lola otra vez, y le dice... “Nos vamos de boronda nena”, los
ojos de Lola brillaron más de la cuenta, aplica un control remoto y se abre la
puerta del garaje, está oscureciendo afuera, Max le da vida a la matraca y produce
esta sonidos que son como música para sus oídos, se monta Lola de un salto y se
coge a Max como si fuera el único pasaporte al infinito que existiera, la moto rueda
dos pasos y luego de unos segundos de mas, mira el tanque por combustible, la
señal de aceites, la batería... todo funciona como si estuvieran en una
dimensión donde todo marcha y nada se daña ni se complica, da Max un giro para
ver a Lola cuando ella se acerca a su cara y le da un beso en la mejilla como
diciéndole, si, larguémonos de acá, gira Max lentamente el acelerador y salen
por entre el empedrado de la entrada, voltea la cabeza Max a la izquierda como
para ver si venían mas vehículos, pero todo estaba gris, no se observa nada, se
siente como si estuvieran solos, no le presta mucha atención al detalle, sale
Circunvalar abajo a toda, cientos de cenizas se abren a su paso, voltea Max a
ver el horizonte, hay una humareda rojiza, piensa que es de los ingenios
haciendo sus quemas escondidas para la “conservación” del medio ambiente... a
los lados no hay más casas, la Circunvalar se ha vuelto como una calle
solitaria y larguirucha hacia un destino desconocido. Sobre un montículo, Max
decide hacer una parada después de cómo media hora de navegar por entre cosas
invisibles, para la matraca y voltea a ver a Cali, no existe, no se levanta, le
parecía como si el sueño de Lola se hubiese cumplido, o como si este los hubiera
transportado, o… si tal vez aun dormía en casa de Lola y permanecía dentro del
sueño de ella... pero como fuera, no le importaba, Cali, no le gustaba para
nada: tenía una súper-moto, tanque lleno, nena nueva con pies descalzos y el
pelo suelto, no parecía que necesitara ni casco ni chaleco con números, la
pacha no llevaba placa, se acordó, vuelve su cabeza y gira el acelerador otra
vez, esta vez, al fondo, los pistones truenan, y se marchan para siempre con
Lola de un lugar que los intelectuales caleños quieren amar y removerlo con
salsa de los 50’s para que sepa bueno, se engañaban, piensa Max, no es Cali ni
la sombra de eso, es solo un centro de migraciones del pacifico, por culpa del
abandono de la distribución de oportunidades del Estado en el campo, donde la
pobreza ilegitima y los deseos empujan a sobrevivir y nada más, no hay una actividad
cultural renacientemente ajustable al nuevo medio y menos apoyada por ningún ricachón,
la mentalidad de cultura narco había dejado inflado el ego a todos, ricos y
pobres, todo se refleja en su arquitectura y diseño urbano, que la deja
complejamente desordenada, ruidosa, con áreas polutas en contaminación visual,
y con un ejército de momias que luchaban por venderle cualquier cosa a
cualquier bobo. Cali, había desaparecido para siempre y ahora solo existe un
camino al frente rodeado de cenizas y un aparato que come cementos contrariados.
El
sentir que le llega a Max desde el cuerpo que lo abrazaba pegado a su columna
vertebral mientras viajan, es más satisfactorio que la ciudad entera en su afán
por hacerse el amor ella misma cada viernes cultural. Al final de la ultima
loma, observan un caudaloso y limpio Río Cauca serpentear su vaivén entre un
valle que respira ahora que ha sido liberado del excremento humano. Los
farallones al lado cantan imponentes con un cielo a sus espaldas rojizado, el
teorema anunciando del final del día. El eufonía de los pellares se escucha intensa
como dando gracias por haber limpiado el valle de tanta contaminación… voltea esta
vez Max hacia el gran Sur y se da cuenta que se aproxima una gran caravana de
gentes, parecen ser los sobrevivientes culturales a la explosión demografía del
Valle del Cauca, sabía él que no estarían solos, sabia Max que no solo él
pensaba lo mismo, sabía que esto pasaría algún día cercano, mientras que
escuchaba como el mar les llamaba en el horizonte!
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