Thursday, April 27, 2006

San Antonio

calles de San Antonio



Lola tiene las cualidades de una hembra “con los pies en la tierra”, como suele decirlo en forma protectora cuando confronta a un macho del que le molesta el que no “asiente pies en tierra”. También usa Lola el termino “asentada en tierra”, para mostrarle a los hombres que sabe lo que está haciendo, o sea, que es realista, eso dice.

Lola es de esas tipas que uno ve en Cali a cada rato, ego inflado y vanidoso, voz segura y pisante, caminado de hembra que sabe uno que lleva en el bolso más de una tarjeta de crédito. Esbelta, trae de la mano un hijo del novio del pasado, cuando no es que va pegada a un volante de carro traqueto. Lola lleva los yines apretados a la usanza local y camisetica mini que deja imaginar curvas, mas una cinturita delineada entre gimnásticos sacrificios de horas, que le traen al frente unas tetas hechas a la medida, las amigas de Lola las llevan postizas, de esas que los cirujanos famosos de Cali, rellenan.

Lola llega al parqueadero de Chipichape, como lo hace cada viernes cuando sale a vitriniar en compañía de su hijo Clemente. “Clementico no te quedes atrás, mira vos que tenemos que estar junticos”, le dice con voz medio mimada a su hijo; producto de una noche de amor en Sevilla, Sevilla-Valle, donde el barbero no conoce la Opera.

Aquella noche estaba Lola acompañando un parche que conoció en la Feria de Cali mientras traqueaba la Sonora Matancera. Jair se llamaba el tipo que les proveía material de inspiración, al tiempo que a Lola le había introducido en la cabeza un verbo a velocidad de bala, que ella había digerido rápidamente por el efecto del polvo loco que la tenía arrebatada desde hace unas horas. Estaba junto a la Paloma y otra hembrita que no me acuerdo el name, la cuestión es que después del trance en Sevilla con los duros del tenor, habían caído a Cali a eso de la madrugada y el único parche que conocía Paloma en Cali donde podrían ir a sodársela sin aceleres y a esas horas de la madrugada, era donde la Pichula se parchaba con el loco del Fercho que tenía una casona en alquiler con su broder Jota en la subida a Cristo Rey. Casa quinta ubicada sobre una loma esquinada al frente de ese rematadero de rumba del Petronio.
Paloma sabia que estarían despiertos y a lo mejor en tremenda pericada como siempre, parquearon al frente de la quinta, se escuchaba algo de los Rollins en la lejanía, las ventanas estaban cerradas como rechazando paranoias, había neblina y corría un friíto de madrugada aguzante. Mínimo la locura estaría encendida por dentro. Jajá jajá, se podía escuchar al pensamiento de Paloma riéndose solo. Baja ella del carro del Jair, con sus salticos, como siempre lo hacía cuando caminaba. Paloma era una pelada atractiva, bacana y despistada, un personaje, tenía otras hermanas, que no me acuerdo como se llamaban todas, una de ellas era la tal Clarisolcita, la de Andrés, de por allá del San Fercho de donde vivían. Traspaso Paloma el portal, subió la escalinata a empinadas, el friíto de la noche le helaba la piel, y se cogió solita como abrazándose mientras subía, llego a la puerta y llamo al Fercho, y claro, estaban en tremendo acelere, y que película cuando le abrieron la puerta a la Paloma, los demonios ancestrales tenían la casona rodeada, veían tombos por todos lados, especialmente el Fabio que se decía camellaba para la CIA, no se sabe si era informante o de la nomina, el caso es que tenia su pinta camuflada y podría ser de esa onda, sabia ingles y como que era de billete, de buena familia era su estampa, y ni modos de saber como era la acción, el caso es que se parchaba en canti allá y también se hacia sus gramos caseros con el Jota, usando los reactivos y químicos de la empresa del papá del Jota. Sus visitas terminaron el día en que se apareció con un gorogoro el tenaz y como no había nadie en la casona, se comieron con el Paticas, el cerdito que Fercho y Jota tenían en la pesebrera, al Fercho le dio una piedra la tenaz sumada a tristeza, por aquello del afecto animal.


 

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Barrio Granada

una de las "Joyas" de Granada





Entraron a la casona el Jair con la Lola abrazados y la otra pelada detrás, la Paloma ya estaba tirada sobre unos cojines parlando con la Pichula, Jair trajo algo de merca del corte al trance en Sevilla que puso sobre la mesa del salón, la luz era escasa, las velas hacían de focos y todos parecían que veían muy bien. La mesa del centro era un carretel vacío de esos que traen cable eléctrico y tiran los contratistas de las Empresas Municipales en cualquier lugar después que acaban, al estilo caleño. No había muebles en la casa de ellos, algunos instrumentos musicales por ahí regados, una alfombra vieja y muchos cojines. Pichula y Fercho sentados junto con esta pelada Yerita la de Corinto, dizque se había volado de la casa, y los tres dormían en la misma cama que la mama del Fercho le había regalado porque ya no la usaban desde que la Tía Rosa le trajo a los cuchos de este man camas dobles desde Pasto, de esas con grabados antiguos. Desde ese día no volvieron a dormir juntos sus papas, aunque continuaban una vida normal, en mundos ordenados a la personalidad de cada cuarto, parece que se habían ya mamado de esa onda de tener que aguantarse el uno los otros olores y quejidos matrimoniales. Jota que estaba solo, de una se parcho con esa pelada que venia con la Paloma, Thiego estaba en otro planeta que ni se sabía cual era, escribía cosas ilegibles en un libro a toda velocidad. Había también un resto de manes y peladas del combo de los Henao, la rumba continuaría aquella madrugada y por tres días más...


Las tardes de Chipichape siempre son similares, el viento soplando a su conveniencia acostumbrada, el sol machacando el piso, igual que como castigan la baldosa en Juanchito a media noche, y de ese piso salía un brillo que encandelillaba los ojos de Clemente, “ya voy mama, no asare que es que esta camioneta es muy alta”. Clementico era el hijo desconocido de Jair, el man ese que hacia trances de polvo. Lo habían encontrado muerto en el umbral de una finca equina de Tulúa con otros manes y una hembra, decían que por atravesado. La Lola no le había sacado nada de billete más que del que se le rumbeaba, pero como se parchaba en la mansión que este man tenia en los Cristales, la misma que el F2 agujereo por todo el frente en tremendo tiroteo con los capos del Cartel de Cali. Entonces ella prendió motores en la pensadera el día de la batida, y le dijo a los tombos que era la mujer del finado del que tenía un hijo, que para entonces tendría meses de nacido, heredero de la mansión, y con ese cuento, a la larga verdad, la Fiscalía le dejo la casa a nombre de su hijo, lo mismo que la narco-Toyota y una cuenta bancaria como con 10 millones nomás, lo demás se le expropiaron al Jair. Pero los verdes los había dejado en efectivo y encaletados en la casa  y de eso vivían Lola y Clemente.
Lola no hacía nada ya, solo vitriniaba en Granada y los Centros Comerciales, con amigas aburridas que conoció después de cambiar de fachada y volverse señora todo bien, le quedaban pocas amigas de esas época de la rumba, la nota era que la mayoría estaban muertas; como a la Paloma que la mato un man, dicen, dizque después de una orgía donde se la comió todo mundo, y que la quemo que porque ella le trató de tumbar un anillo, o algo así, decían, y que la Pichula muerta en una sobredosis sospechosa, sin hablar de las otras como la Sucia, la del man ese que le decían el Loco…


 

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Barrio Granada II

ojala no la destruyan ellos los que se venden por $$$






La pereza de la tarde, acompasaba  la forma lenta y bambolienta del caminado de las caleñas, que por el calor o los yines súper estrechos, dice la canción, y que son como las flores, que vestidas van de mil colores, las caleñas, que con ese caminado de palmera. Solo el viento hacia de música de fondo a esta tarde en Chipichape. Entraron a pillar cds a Towers y Clementico se posesiono a escuchar a RBA o algo así que estaba de moda cuando todavía no llegaba a los diez años.


En la esquina del pasillo al final de donde se encontraban ellos, un man parchado con audífonos y gafas oscuras, a Lola le llamo la atención, tenia un aire que le recordaba a Jair. Lola todavía conservaba, aunque se disfrazara de loba, esa ferocidad y belleza innata de su tiempo, habían pasado solo 10 años desde la noche en la casona del Fercho, por aquella época solo era una sardinita cruda y rebelde. Hoy aún joven y más bella que antes, le palpitaba aun el corcel y el tigre brutal interno. Tenía ojos ambarinos y el pelo teñido de blonde, no le habían salido las canas todavía, así que no se sacaba rayitos del el pelo aun. No usaba colorete ni maquillaje, siempre fue fresca, natural y agraciada, y lo sabía, no tenía el aire relajado y bacano de la Paloma, pero ahí estaba. Le molestaba que la pinta esa que escuchaba música con audífonos no le hubiera puesto el ojo, ni se había dado cuenta de su existencia. Estaría en sus treinta, bluyines desteñidos untados de pintura, camiseta raida y algo como un logo de un dragón de la época medieval europea en su camiseta, botas viejas y raidas por el paso del viento en contravía, Lola disimulaba ver los cds de música del estante, mientras caminaba de lado hacia él, y cuando estuvo cerca, cambio de carril y dio como un girito para pasar detrás de él y ver que escuchaba, no entendió ni pío, era algo como ¿Soni-Yul?, o algo parecido, fue de reojo que pudo pillar ese nombre, bajó a la zona de rock y busco algo que empezara con "s”, hasta que encontró algo similar que decía “Sonic Youth”... uhmmm, pensó, busco a Clemente por encima del estante a ver en que andaba y vio que aun seguía escuchando cds, volvió a ver al tipo, y ya no estaba, escaneo con su mirada por todos lados y cuando viró los 360° se dio cuenta que él estaba junto a ella, buscaba la “s” y de seguro era Sonic Youth el que quería, perfecto, pensó Lola, siguió haciéndose la loca mirando a la portada del cd y cuando el man llegó a la “s”, vio que ella tenía lo que buscaba, se quedo mirando pero sin decir nada. Lola sabía que si él no decía algo rápido, era del tipo despistado que no tiene los pies sobre la tierra para hablarle a las peladas, así que le tocaría a ella desembolsar la lengua y decir algo:

-       “Sonic Youth”, uhmmm creo que es buena onda, dice Lola sin mirar al tipo, pero con la voz apuntando hacia su rostro, para que el “despistado” se diera cuenta que estaba hablando con él.
-       Sí creo es bacano… lo estuve escuchando… hace rato no sé nada de ellos desde que los vi en concierto en California, añadió.
-       ... engreído, pensó Lola, se las pica de mucho viaje este man. ¿Los vistes en concierto?, guau ¡bacanisimo!... –le dice, abriendo esos ojos de almendra gigante de la forma que solo Lola sabe hacerlo, y que le hacían de cómplices a un par de hermosas pestañas naturales que le bordeaban las lámparas con líneas perfectas... pensaba Max mientras la miraba también a los labios, en como cambiaban de forma y armonía con tantas palabras que le goteaban, mientras le salían un resto de vocales y consonantes de las que Max no entendía nada, pero seguía mirándola y se ensimismaba entre una magia hechicera… claro que siempre le pasaba lo mismo, o casi siempre con cualquier bella que conocía, pero este caso era en extremo diferente.
-       ¿Cómo?, le dice Max, sin saber que le habían preguntado...
-       Que si ya lo habías escuchado
-       Si... que ya te había dicho...
-       Oh, perdona mi olvido, ¿es bueno el álbum?
-       Claro seguro, es asperísimo
-       Me gustaría escucharlo... pero Lola rápidamente pensó, que a lo mejor este man, se le salía por la tangente, y rápidamente agrega; yo realmente no los conozco, ¿vos serias  capaz de enseñarme a entender este tipo de música?, primero no sé ni pito de ingles, luego me pase la adolescencia bailando salsa pesada vieja, y luego que mi novio se murió, quede sola y nunca mas volví a escuchar música... como será que en la casa no tengo equipo, solo se escucha a lo lejos la música de mi hijo en su pieza... Max le miraba los ojos como soles desorbitados que trataban de abrazar su existencia, Max era del tipo tímido, re-inteligente en otras áreas aunque en cosas de mujeres llegaba lento a pillarles lo que buscaban, esta vez la claridad del mensaje que Lola enviaba, físicamente con la mirada y sus palabras le hicieron captar el mensaje a millón...
-       Pues –se detuvo un segundo, si queres te ayudo, no sé... se le volvió a salir la timidez, no es que sepa de a mucho, solo un toque... pero, ¿porque estabas mirando esta sección si no sabes nada de esta música?
-       Curiosidad, pero claro hermano, ayudame, ¿vos como te llamas?
-       Max, y vos?
-       Lola
-       Chévere... cuando queras nos pillamos
-       Pues ya, Max, si no tenes nada que hacer, giraba la cabeza como buscando ayuda de alguien, y continuó: pensaba ir con Clemente, mi hijo, a comprarle una hamburguesa en Mac Donalds y después seguiríamos pa’ la casa... vos veras
-       Pues sí, chévere, vamos
-       ¿Queres comer también algo?
-       Oh, no, no gracias, yo de hamburguesas nada de nada hermana y menos Macshit
-       ¿Cómo?
-       O nada solo que no tengo hambre ahora, pero vamos, ¿donde esta tu hijo?

Lola lo busca con los ojos, seguía en el mismo sitio, para ella habían pasado 3000 años hasta poder terminar esa conversación, Max le sonrió cuando ella le miro señalando a Clemente al tiempo que movía su cabeza hacia afuera, como diciendo, vamos. Max 


 

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CONTRASTES 巴里奥斯和对比

contrastes...





Pagaron los cds salieron hacia el parqueadero, séptima arriba y sin hablar todo el tiempo escuchando SY en el carro, a Lola se le paso por alto parar en McShit, miraban los cerros, la gente, los buses, las vendedoras de frutas, los que cuidan carros, los personajes caleños entre el movimiento del día, y el viento ayudando a que la música se dispersara para Lola como por entre un caminito muy diferente a lo que le había siempre brindado el paisaje de la capital de la salsa. Pero habían pasado tantos años sobre el reloj de la civilización contemporánea en tierra Americana, que ya todo tenia su estrofa mezclada y formaba parte de ese gran poema del nuevo mundo. Poema atravesado, como sucedía en aquellas noches de Hollywood cuando Max llegaba antes de la hora de comenzar un concierto de punk a cualquier bar-restaurante mexicano, en donde se podía contemplar aun a esa hora temprana de la noche, las figuras gruesas de los manitos comiendo enchiladas y bebiendo cerveza, mientras que las figuras lánguidas y oscuras hacían su entrada poco a poco al son de la ranchera, claro que hasta no dar comienzo la música de la noche no se iban los provincianos, era cuando se abría la apertura a otra existencia nocturna con personajes y sonidos diferentes, pero con el mismo decorado y los mismos burritos.


Mientras tanto pensamientos iban y venían, piensa Lola en este man que conoció hace media hora, se pregunta muchas cosas, inventa otras, hasta que los pensares se van desmembrando y la lleva al país de los recuerdos. Piensa en Jair y las noches de amor que vivieron juntos, piensa en aquella última noche en la casona del Fercho cuando después de varios días de rumba, retirados a una de las piezas, sobre un colchón sin sabanas ni nada, durmieron por días… solo hacían el amor y se levantaban a comer algo de una nevera vieja que también el Fercho había heredado, cuando sus cuchos se hicieron a una Haceb mas grande; volvían a la cama, y hacían el amor otra vez por entre sonidos de música que se filtraba desde algún lugar de la casa, esta vez, Pink Floyd les coloreaba los días de amor en aquel cuarto sin muebles. Por cortina, colgaba de la ventana un material de tela como de colchón con rayas y estrellas en colores blanco y negro, grueso que no traslucía nada, Lola lo apartaba, para dejar al descubierto la ventana amplia que daba a una parte de la casa, por donde nadie pasaba, así le gustaba a Lola hacer el amor, a plena luz en las afueras de cualquier lugar, sin ser vista. Aquel recuerdo en ella se deslizaba entre una mañana tranquila entre los Cerros de Cali, mientras las aves del campo silbaban sus estilos musicales diferentes y el suave compás de Floyd se mezclaba con ellos, y todo era perfecto. Aquella mañana se engendro Clementico con un toque del ingrediente Sevillano y sobre pastizal de una finca y a plena noche de Luna frente a una hoguera donde también estaban la Paloma y su amiga, nunca se supo si miraron o no, todos estaban tan locos que no importaba, pensaba Lola. Ingredientes suficientes que cargaron a su hijo con una personalidad multi-colorida y agradable, manejo Lola en automático por un largo rato, y ni se dio cuenta cuando llegaron a su casa.

-       Aquí es Max, vamos...
-       chévere... le respondió, tirandose de la camioneta
-       Clemente bajándose de la parte trasera, cruzaba palabras con Max sobre el ultimo juego de Final Fantasy, hasta que llegaron al portón de la casa
-       Ven hijo, le dice Lola con esa voz de mimada cantona que a veces pone cuando no está caminando sola y segura con el bolso entre-terciado lleno de tarjetas de crédito por entre cualquier lugar elegante y mostrando que es caleña...

Entraron, y Max se tiro en el primer lugar que pilló, Lola le gritaba desde lejos que se pusiera cómodo que ya venia... se quedo solo Max divagando entre pensamientos que iban y venían desde cualquier lugar; en California, en Europa, Australia y en Sudamérica, tantos lugares y en todos siempre encontraba parches con gente exquisita... ¿cómo seria el cuento de esta tal Lola? –pensaba.

La casa tenía varios pisos y diferentes niveles, arquitectura narco-caleña moderna: líneas rápidas, poca profundidad en los diseños, ajustes al clima, mucho cemento, ladrillo y hierro, espacios amplios y frescos, la elegancia reemplazada por el confort, se sacrificaba lo clásico por lo simple y funcional.

-       Hola... sonó la voz de Lola al fondo venir, pelo húmedo y bata de baño, mientras lejos en la distancia se escuchaba algo de reggae.
-       ¿Ahhhhh?... como saliendo de entre sus pensamientos donde estaba sumido Max, volteo la cabeza respondiendo con ese ahhhhh de no saber quién y ni porque le hablaban...
-       Hola, ¡bienvenido al planeta tierra!
-       Ah, hola no sabia que me hablabas...
-       ¿Dónde estabas?
-       No muy lejos...
-       ¿Siempre sos así?
-       ¿Cómo así?
-       En el carro durante el viaje acá, no hablastes una palabra, y cada vez que has dicho algo son cosas cortas, no pareces de por acá
-       Es que en esta ciudad lo que vale la pena es poco... -pensó en que diría su padre si lo estuviera escuchando, y prosiguió, me parece
-       No te gusta Cali, ¿qué ciudad te gustaría vivir?
-       De verdad ninguna, me gustaría ir a explorar un poco el Choco, he escuchado que es muy bonito.
-       ¿Choco?... Uhmm, Lola dio la vuelta y se fue a su cuarto, en 5 minutos volvió con un bluyin puesto y una camiseta, descalza como hembra en tono con la tierra
-       Bueno que querías saber de SY, porque creo que me están entrando ganas de irme, dijo Max, cuando Lola apareció de nuevo en el salón, las paredes eran blancas impecables y no había un solo adorno, el piso era en cuadros blancos y negros ajedreciados; por muebles estaba la perezosa donde se tiro Max, y en una esquina cerca del ventanal que daba a una vista de la ciudad, un sofá gigante esquinero, nada más, el tamaño del recinto era del de la casa donde Max vivía.
-       ¿Queres agua?
-       Bueno
-       Trayendo un vaso largo en cristal de agua fría, Lola le dijo: vos sabias que una vez en un sueño vi como se estrellaba un avión de guerra termo-nuclear en Cali, y habiendo ocurrido una explosión la tenaz, no dejo ninguna casa a la vista, solo mi casa, cuando salí al balcón el único barrio sobreviviente a la explosión de toda la ciudad, fue el Distrito de Aguablanca.
-       Lindo tema para un cuento de ficción...
-       Salí a la calle pidiendo auxilio, aunque no sabia porque lo hacia, pues estaba bien, me acuerdo que no tenia a Clemente, estaba sola, creo que la idea de esa soledad, fue la que me empujo a salir corriendo y gritando
-       Me recuerda a alguien…
-       Y en la distancia vi como un mundo de momias venían hacia mí, eran los habitantes del Distrito de Aguablanca.
-       Uff, espantoso, ¿no?
-       ¿Crees que tenga algún significado ese sueño?
-       Pues hermana, me parece que te has dejado influenciar por tus amigas Chipichape... y en el proceso de adoptar esa nueva personalidad, te has convertido en la caleña típica de barrio burgués, generando fobias innecesarias contra ciertos estratos sociales, ¿no crees?
-       Interesante observación... pero no me voy a alterar, lo tomare como algo interpretativo al sueño...
-       Gracias.

Las palmeras que habían afuera agitadas por el viento, traían un sabor a mar, miro Max afuera, como buscando algo de agua que endulzara ese pensamiento, y volvió a pensar en Choco… luego se fue al sueño de Lola, quería irse de Cali, y no encontraba el momento apropiado para hacer el movimiento.



 



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